Estrés,
privación parcial crónica del sueño y actividad física
El estrés es una
reacción de defensa frente algunas situaciones, ya sean de carácter emocional o
física que provocan una reacción fisiológica (Ávila, 2014). Una de esas
reacciones fisiológicas producidas por el cerebro, es la liberación de la
hormona Adrenal cortico tropic hormone (ACTH). Esta hormona cumple una función
de transmisor fisiológico que circula por el flujo sanguíneo hasta la glándula
suprarrenal, produciendo la cortisona u otras hormonas llamadas corticoides. Al
mismo tiempo otro impulso nervioso va desde el hipotálamo hasta la médula
suprarrenal activando la secreción de adrenalina. Estas hormonas son las
encargadas de las reacciones orgánicas producidas por el estrés (Sto-ra, 1991).
El estrés produce una multitud de síntomas físicos y psicológicos que van desde
dolores de cabeza, debilidad, alteraciones del sueño, aumento de la sudoración,
molestias en el estómago, tensión arterial elevada, enfermedades en la piel,
tensión generalizada, dolores musculares, dolor de pecho que simula infarto de corazón,
ansiedad y depresión (Ávila, 2014). Las personas que padecen estrés manifiestan
ciertas conductas como llorar, pueden padecer tics nerviosos, problemas
sexuales, comportamientos extraños y sin sentido, aumento de comportamientos
compulsivos como comer, fumar o beber alcohol y por último el deseo de escapar
de la situación que le provoca el estado de estrés (Vazquez et al, 2008) Según
un meta-analisis indica que una mayor reactividad al estrés o una recuperación
lenta después del estrés mental predice un estado cardiovascular deficiente o
el incremento del riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular (Chida &
Steptoe, 2010)
En cuanto a la ausencia
parcial del sueño, a corto plazo, podría favorecer el desarrollo del síndrome
metabólico en personas propensas a ello. En este sentido se ha demostrado
también un aumento de la actividad del sistema simpático, originado por el
incremento de la hormona de cortisol. Además se ha observado una menor
tolerancia a la glucosa. En este mismo estudio constató que la activación del
sistema simpático durante la interrupción del sueño estaba relacionada con la
bajada de los niveles de leptina, esta disminución de dichos niveles era
suficiente para activar el sistema de respuesta al estrés (Olavarrieta, Vela
& Fernández, 2007)
Figura 1. Posibles
mecanismos que median entre la privación parcial crónica de sueño y el
desarrollo de sobrepeso/obesidad. Extraído de Escobar, C. et al. (2013) La
mala calidad de sueño es factor promotor de obesidad. Revista Mexicana de
Trastornos Alimentarios 4:133-42
La práctica de
actividad física hace que se normalice la secreción hormonal lo que
conlleva que los niveles de azúcar y grasas en sangres altos vuelvan a bajar,
así como la presión arterial. Por lo tanto, esto contribuye a la mejora de los síntomas de estrés.
Vuori et al (1988) encuestaron
a 200 hombres y mujeres en cada uno de los grupos de edad 36, 41, 46. y 50 años
(N = 1600). Se
investigaron independientemente hábitos de vida, como el ejercicio, y las
características del sueño. Cada tercer encuestado sintió que el ejercicio (por
ejemplo, correr y caminar por la noche) tuvo un impacto positivo en la calidad
del sueño. Los efectos positivos percibidos tras realizar ejercicio fueron
la facilidad de conciliar el sueño, la profundidad del sueño, una sensación de
bienestar y mayor activación por la mañana.
En conclusión, podemos
decir que por nuestro ritmo de vida, estos dos factores cada vez son más
comunes en nuestra sociedad actual, y que tienen un impacto negativo en nuestra
salud, por ello la actividad física se muestra como un potente antídoto para
combatir el estrés y mejorar la calidad y cantidad del sueño.
Iván
Delgado García
Lcdo. CCAFD
Máster
Entrenamiento Personal
NSCA-CPT
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